DIMENSIÓN NOOLÓGICA
“El hombre puede conservar un vestigio
de la libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las terribles
circunstancias de tensión psíquica y física. Incluso en las adversidades, el
hombre sigue siendo libre de pensamiento”.
Nuestro Maestro Frankl concibió
al ser humano como una unidad Bio-Psico-Espiritual o Noológica, esta expresión
sabemos que deriva del término “nous” que significa espiritual. Entonces Viktor nos propone un modelo
antropológico sobre el que fundamenta su teoría, cuya base principal es la
inclusión de la dimensión trascendente del ser humano. Ahora bien, el espíritu
no se identifica con lo religioso, pues existe en todo hombre, incluso en el no
religioso y no sería otra cosa que el ser profundo o existencial
(específicamente humano), sin alusión a lo religioso.
Cuando el individuo busca el
sentido último, y está consciente de que hay un orden en el universo y de que
él es parte de ese orden. Si es una persona religiosa, lo percibirá como algo
divino. Si es un humanista, en las leyes de la naturaleza.
Si es un científico, en las leyes
de la física, astronomía, etc. Frankl explica a la dimensión noológica como lo
específicamente humana, y la conciencia es el fundamento que contiene dicho
componente al que denomina: el órgano del sentido, cuya manifestación esencial
es la voluntad de sentido. De esta manera, la “voluntad de sentido”, trasciende
lo biológico y lo psicológico, es decir, es el acto que define la condición
humana, que se orienta al encuentro de un significado que suponga algo positivo
para la persona, es decir, al desarrollo de valores.
Así es que la Logoterapia es una
psicoterapia que propone una intervención centrada en la búsqueda del sentido
de la vida e intenta inducir a la persona hacia el crecimiento de su libertad y
su responsabilidad y orientarla hacia una vida más significativa y hacia un
mayor bienestar personal. Por esta razón desde esta teoría se propone no
etiquetar al sujeto por su deficiencia, ya que esto lo hace más vulnerable,
sino más bien observarlo desde sus valores, capacidades y aptitudes.
La meta es que la conciencia, y
las capacidades y valores que la habitan (dignidad, libertad, responsabilidad),
y no la biología o la emotividad, sean las que dirija la vida de la persona.
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