Reduccionismo
Es una tendencia filosófica que busca explicar fenómenos complejos a través de causas y principios más simples. En el ámbito de la psicología y la filosofía de la mente, esto se traduce en intentar reducir la experiencia humana a base meramente biológica o física. Frankl, sin embargo, se opone firmemente a esta visión reductora y materialista del ser humano. Desde su propia experiencia en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, Frankl llegó a comprender que la vida humana no puede reducirse a meros impulsos biológicos o respuestas automáticas a estímulos externos. A pesar de las circunstancias más inhumanas, Frankl descubrió que aquellos que encontraron un propósito y sentido en sus vidas tenían una mayor capacidad de resistencia y supervivencia. En "El hombre en busca de sentido", Frankl relata cómo pudo mantener la esperanza y la fortaleza mental en medio de la atrocidad de los campos de concentración al encontrar significado en cada momento de su existencia, incluso en las situaciones más desesperadas. Para él, el sentido de la vida se encuentra en el enfrentamiento responsable a las demandas y responsabilidades únicas que nos presenta la vida en cada momento, incluso en medio del sufrimiento.
Así vemos que existen visiones reduccionistas del hombre que se centran sólo en el campo físico del hombre o inconsciente de este, negando cualquier tipo de trabajo intelectual que aborde también lo espiritual o que implique reflexión existencial filosófica al comportamiento humano. Frankl también critica el reduccionismo en la psicología moderna, que a menudo se centra en abordar los síntomas y no las causas subyacentes de los problemas mentales. Su visión del ser humano, la define como una unidad en la multiplicidad (bio, psico y espiritual) tiene raíces semitas, que aborda la totalidad de la existencia del ser humano en el mundo. El hombre en este contexto es un ser que es capaz de tomar posición frente a la realidad que le toca vivir, de tomar decisiones con responsabilidad y enfrentarse a determinismo donde ven a la experiencia inconsciente del hombre como único ente explicativo de la conducta y aspiraciones personales o como resultado exclusivo de las reacciones bioquímicas. El hombre es ante todo libre y de dar sentido a su vida e inclusive en el dolor y seguir adelante con dignidad. El ser humano no es una cosa más entre otras cosas; las cosas se determinan unas a las otras; pero el hombre, en última instancia, es su propio determinante. Frankl nos manifestaba que: lo que llegue a ser -dentro de los límites de sus facultades y de su entorno- lo tiene que hacer por sí mismo. En los campos de concentración, por ejemplo, en aquel laboratorio vivo, en aquel banco de pruebas, observábamos, éramos testigos de que algunos de nuestros camaradas actuaban como cerdos mientras que otros se comportaban como santos. El hombre tiene dentro de sí ambas potencias; de sus decisiones y no de sus condiciones depende de cuál de ellas se manifieste. Nuestra generación es realista, pues dice que hemos llegado a saber realmente lo que es el hombre. Después de todo, el hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Shemá Israel, o el Padre nuestro en sus labios”.
Como conclusión, Viktor Frankl abogó por un enfoque holístico y existencial en la comprensión del ser humano. Se opuso firmemente a la visión reduccionista que busca explicar toda la complejidad del ser humano en términos de procesos biológicos o factores externos. En cambio, defendió la importancia de encontrar sentido y propósito en la vida, ya que esta búsqueda es esencial para el bienestar y la autorrealización de cada individuo. Su legado existencial lo define cuando sentencia ""He encontrado el significado de mi vida ayudando a los demás a encontrar en sus vidas el suyo".
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